23 de abril de 2008

DISCOVERY CHANNEL: The Baby (1973)


Jaula sin techo

USA

Dirección: Ted Post

Guión: Abe Polsky














Alba (torturando a Baby con una picana eléctrica): Baby doesn't talk! (descarga) Baby doesn't walk! (descarga) EVER! (descarga)


He aquí otro de estos casos curiosos: un pequeño descubrimiento, que si bien no acaba de ser una pieza redonda y deja ver claramente sus limitaciones en muchos aspectos, tiene en su fuerte personalidad y en su muy efectiva capacidad de desasosiego y perversión sus principales valedores.

Crimen poco apreciado por la industria, no solo en España (donde en su día lo llegó a regalar la revista Tiempo como producto de saldo), sino también en Estados Unidos (donde nunca ha sido editado tan siquiera respetando el formato), creo que va siendo hora de romper varias lanzas en su favor. No seré el primero en hacerlo, pues ya varias voces han clamado en la red por una mayor consideración hacia esta pequeña obra maldita, pero espero al menos despertar el apetito de algún nuevo observador.



Como la portada de más arriba demuestra (y ya no digamos la pseudo-portada que le dedicó la revista Tiempo, y que también encontrareis en este artículo), la distribución se ha empeñado en vender este caso como un producto de terror serie B sobreexcitado, con clara tendencia hacia el tajo mortal, como la pequeña hacha que sobresale de la cuna en la foto de portada quiere hacernos creer. Una vez más, un póster muy lamentable, que probablemente aniquiló casi todas sus pocas esperanzas de llegar a su púbico. Y éste no es el de las cintas sanguinolientas de serie B (que aquí, por otro lado, tanto disfrutamos), sino el amante del drama psicológico con tintes muy negros de terror y con excelente giro sorpresa final (la parte que más podría tener que ver con el motivo de la portada), que más que negro es pura brea.



Nos encontramos (salvando las distancias, por supuesto) con un pequeño hermano del primer Gótico Americano de los años 60, que ya adelantaba lo que más tarde (con cintas más viscerales como La última casa a la izquierda (1972) o La matanza de Texas (1974)) daría lugar al subgénero llamado American Gothic: las perversiones, peligros y el sentido de lo grotesco y del grand guiñol que se esconden en las casas de la América más profunda y que amenazan con estallarles en la cara a la sociedad más conservadora si se atreven a meter allí sus narices y no les dejan disfrutar de su pudridero en paz. Esta tendencia ya aparece desde muy al comienzo del cine norteamericano (ya hemos hablado aquí de Browning), pero es en los años 50 (con cintas como Baby Doll (1956)) y en los 60 (con el imprescindible Robert Aldrich y películas claves como ¿Qué fue de Baby Jane? (1962)), donde más cala su influencia, sobre todos los estratos del cine americano, y se demuestra su interés y comercialidad.



Ésta The Baby o Jaula sin techo (ambos títulos magníficos: uno en su concreción y el otro en su poder metafórico), es un mórbido retrato de un circo de freaks, dónde, como suele ocurrir, los más retorcidos suelen ser los de apariencia más normal. Todos giran sobre el que parece ser el principal engendro del grupo, ese hombre de más de 30 años al que llaman Bebé, que se comporta como tal y que vive en una cuna de su medida y con una familia teóricamente normal y dedicada a sus cuidados. La llegada de una asistente social y su insistencia en la posible curación, o al menos evolución, del benjamín de la familia destapa la caja de los truenos.



Rodada de manera convencional, como si de un telefilme de la época se tratara, tiene precisamente en la cotidianidad, luminosidad de la fotografía y aburrimiento de barrio de clase media de su puesta en escena, una de las cualidades que más destacan, por yuxtaposición, con el tono interno de sapos y culebras que recorre el film. Es este un crimen que exige paciencia para entrar en su juego y poder apreciarlo en su plenitud, y que, aunque no promete una plena satisfacción tras el esfuerzo, sí que puedo confirmar que, aquí en el Ático, hemos gozado con su original perversidad. Trato aparte merece Ruth Roman en su papel de gran madre terrible que con su sola presencia hace agriar hasta la leche para pleno regocijo de este Guardián.





Las Claves del Caso


Pericia Criminal: su insobornable personalidad y su carácter único y desasosegante; una vez más, Ruth Roman; la explosiva confrontación de la vulgaridad de su estética con la riqueza y complejidad de su fondo; la secuencia de la tortura a Baby con la picana eléctrica; que el tiempo pasado sobre ella no le haya restado un ápice de su fuerza y un final sorprendente y negro, negrísimo.






Bajos instintos: una vez más, no hay imágenes explícitas, pero en buena parte de la película éstos están muy presentes. De todas formas tenemos dos secuencias especialmente destacables (aunque no haya carne a la vista): la primera, y la más deliciosamente malsana, sucede cuando la cuidadora de Baby se ve acosada por éste y por su imperiosa necesidad de mamar de su pecho: exquisita. La segunda, no menos perversa, sucede cuando una de las hermanas de Baby ha de dejarse sobar compulsivamente por un baboso, para despistarle y permitir a su hermana y su madre seguir adelante con su plan de ataque a la asistenta social.




Pistas Delatoras: aunque tal como es la película logra ser singular y única, también hay que admitir que, de haber tenido la suerte este guión de haber caído en manos de un realizador más poderoso (por supuesto, Aldrich lo habría bordado), habrían saltado chispas, que es lo que en este caso no acaba de suceder casi nunca; también algunas inconsistencias en la trama son de lamentar, sobre todo respecto a su conclusión, aunque lo sorpresivo de ésta hacen que se perdonen con facilidad.




7 Pisos y media escalera

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