27 de febrero de 2008

COLECCIÓN DE CROMOS: Homenaje a John Alvin (1948-2008)

He tardado tres semanas en enterarme, pero eso no ha evitado el Shock que me ha producido la noticia. John Alvin ha muerto el pasado 6 de febrero a los 59 años de edad. ¿Que quién era John Alvin? Pues el encargado de abrir esta sección (de una manera trágica) en la que se darán cita algunas de las obras de arte más apreciadas por El Guardián de este Ático: los posters cinematográficos. Como muestra del genio del que sin duda ha sido uno de los más grandes creadores de esta difícil disciplina artística, vaya una corta ráfaga de sus principales obras maestras.









No, no; no cierren la boca todavía. Este maestro del arte del dibujo no se contentó con crear estos 4 inolvidables carteles, que por sí solos ya le habrían dado un lugar en el Olimpo de los más grandes; sino que su trabajo fue enormemente bello, icónico y reconocible durante la totalidad de su carrera.

Empezó dibujando carteles para Mel Brooks, casi por casualidad, siendo su primera obra la portada de Sillas de montar calientes (1974); pero a partir de aquí ya no pararía y sería llamado por los más grandes de la industria. Junto a contemporáneos suyos como Drew Struzan (el único que aún sigue vivo de aquella generación de oro) y resistentes de la vieja guardia como Richard Amsel o Bob Peak, dominaría gráficamente las décadas de los 70, 80 e incluso 90. Sus portadas pueblan mi infancia y mi juventud y llevaron el arte del cartelismo a una de las más grandes cimas que ha alcanzado en su corta historia.

A continuación les dejo con una extensa selección de su trabajo, que abarca todas sus etapas, y que en su conjunto no puede provocar más que admiración. Algunos de sus carteles decoran o han decorado este Ático que habito (el de El Jorobado de Notre Dame (1996) vela mis sueños), y todos son una muestra de un arte que se ha ido perdiendo a marchas forzadas en las últimas décadas (si no se ha perdido ya), a causa fundamentalmente de la generalización en los 80 del uso de fotografías en los carteles y más adelante por la facilidad, abaratamiento y rapidez conseguidos en el diseño gráfico por ordenador.

Pero la magia de la pincelada y del trazo de John Alvin, su dominio del color y de la composición y, sobre todo, su excelente intuición para captar el alma de cada película y condensarla en una sola imagen, siguen vivas en su obra. Sus posters no solo sirven de introducción a los filmes que representan, sino que, en no pocos casos, derrochan más talento y arte que todo el que debería estar contenido en dichos filmes. Desde este Ático en las alturas le tendremos reservado permanentemente un hueco en la mesa. Descanse en paz.









































































































Su etapa durante los 90 en la Disney es de las más importantes de toda su carrera. Con ella ayudó a reformular de forma innegable el toque de distinción de los productos de la compañía para toda una nueva generación de espectadores.



























También se encargó de elaborar las nuevas imágenes que ilustrarían la reedición internacional en 1995 para el mercado de vídeo doméstico de la trilogía de La Guerra de las Galaxias.







Bonus Track: de regalo, un par de dibujos que realizó en sus últimos años conmemorando dos de las películas fundamentales para este Guardian: Matar un Ruiseñor (1962) y El Mago de Oz (1939).





Si os han gustado estos cromos, no dejéis de pasar por aquí para conocer más a fondo a su difunto autor y descubrir aún más muestras de su arte, incluyendo una amplia variedad de pinturas originales.