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3 de julio de 2008

BOLA EXTRA: Bombazo, ¡¡¡METROPOLIS (1927) ÍNTEGRA!!!


La noticia ha provocado un respingo de emoción por todo mi cuerpo que creo sólo podría superar la aparición de la versión completa de Avaricia (1924) o de alguna otra gran joya del cine mudo perdida o mutilada.

Salgo de mi momentáneo silencio y rompo también con mi norma de no postear noticias, pero es que ésta es la mejor noticia cinéfila de los últimos tiempos. En Buenos Aires se ha descubierto en su Museo del Cine una copia COMPLETA en 16 mm. de la película Metrópolis (1927) de Fritz Lang. El estado de la copia es bastante malo, pero los responsables de la Friedrich-Wilhelm-Murnau Foundation (que se encargan desde hace cuatro décadas de restaurar los grandes clásicos alemanes, incluida, en diferentes ocasiones, la propia Metrópolis) aseguran que es restaurable y confirman que se trata de la versión completa de la película, de la que no se había vuelto a saber desde meses después de su estreno en Alemania en 1927, ya que la película fue pasto de sucesivos y constantes cortes durante décadas.

El proceso de restauración del film comenzó en Alemania tan pronto como en la década de los 60, siendo su última restauración, en la que se presentó la copia más completa de la que se disponía hasta el momento, del año 2001. En esta última se incluyeron intertítulos explicativos y fotos-fijas para narrar lo sucedido en las múltiples secuencias desaparecidas, sin las cuales muchos elementos de esta obra maestra no se entienden o no tienen toda la fuerza que su director había deseado. La cantidad de metraje perdido era de un 25% aproximadamente. La copia más completa disponible hasta el momento duraba unas dos horas y la que se ha encontrado ahora parece que llega a las tres horas y media.

Un notición increíble y que vuelve a dar alas a los que aún creemos que en filmotecas, museos y colecciones particulares de todo el mundo aún duermen joyas perdidas de la historia del cine deseando ser rescatadas. Hay prevista desde hace tiempo una edición en Blu-Ray de la película para el año que viene, así que ahora esperamos que pueda incluir ya todo su metraje completo y restaurado.

Más información sobre el increíble hallazgo aquí y aquí.

De historia impresionante habría que calificar todas las venturas y desventuras que ha padecido este film (el primero en ser incluido en el registro MEMORIA DEL MUNDO de la UNESCO) desde su mismo estreno, que parecen haber encontrado hoy un más que merecido final feliz.

26 de mayo de 2008

BOLA EXTRA: Indy y yo

Sigo llegando tarde. Ya se está haciendo una costumbre. A la espera de poder ponerme a escribir el artículo sobre mi particular trilogía de Indiana Jones y de ver su última entrega (ambas cosas espero que sucedan esta semana), os dejo un pequeño adelanto de mi personal celebración sobre Indiana (en este caso sobre el personaje oficial), que escribí destinado a la hiperfiesta organizada por Noel en Indy y nosotros (pinchad aquí para acceder al artículo resumen de la celebración, desde el cual se puede acceder a todas sus entradas; merecen mucho la pena), pero que como digo no llegó a tiempo por unas horas (lo siento Noel).

Aunque no es costumbre por aquí seguir la actualidad cinematográfica o comentarla, esta semana Indiana será una pequeña excepción. No en vano su nueva aventura supondrá mi regreso a una sala cinematográfica (como espectador) después de muchos meses; pero eso sí, no esperen ver por aquí un artículo sobre lo que me ha parecido esta última entrega (lo más será un pequeño apunte, llegado el caso).

Aquí está, pues, el relato de mi conexión con Indy, su universo, y con Spielberg por ende.



En el templo



Creo que aún no había cumplido los 6 años, la noche en que en una hermosa y gran sala de proyecciones de provincias, en una villa perdida del norte de España, mis ojos contemplaron mi primera película adulta. Su título era demoledor: Indiana Jones y el templo maldito (1984), y a partir de ahí todo cambió.

Ya en las navidades del 82, con sólo 4 años sobre mis espaldas, Steven Spielberg me había derrumbado absolutamente en la butaca con E.T., el extraterrestre (1982). Ésta es la primera película de la que tengo un claro recuerdo como espectador, por lo que podría decirse que fue mi primera película, aunque tampoco lo puedo asegurar. El acontecimiento lo redondeó el hecho de que por primera vez acudía a un cine de la capital del reino, aprovechando un viaje familiar. Me costó múltiples ruegos e insistencias a mi familia, y la experiencia tuvo su miga, con una platea abarrotada y entregada, y con los ojos y el corazón del niño solitario que yo era abiertos como platos. Pero eso es otra historia y debe ser contada en otra ocasión.

Al año siguiente llegarían las películas de Walt Disney y puede que alguna otra infantil, pero habría de esperar hasta finales de 1984, para que ante mí volviera a cruzarse Spielberg. Fue otra ocasión de estreno, con el cine a reventar, y en la que ya mi mente imaginaba las múltiples experiencias nuevas que iba a poder contemplar en la pantalla, mientras aguardaba con mis padres en la cola para las entradas y miraba una y otra vez el bellísimo póster del film. Me había costado mucho trabajo convencerlos para poder participar en una de sus noches de sábado cinematográficas. Esas noches siempre me tocaba quedarme en casa de mis abuelos, sabiendo que mis padres acudían a ese lugar maravilloso dónde todo era posible; pero esa noche me negué en redondo a no acompañarles, sin saber siquiera qué película iban a ver. A mi padre, que siempre fue muy liberal en ese aspecto, no le pareció mala idea; después de todo si la película me impresionaba negativamente ya no daría más la paliza y si me gustaba haría que creciera más rápido, que era algo que él deseaba fervientemente. Pero mi madre fue mucho más dura de roer, se temía que la película pudiera ser demasiado fuerte y hasta el último momento se negó, a pesar de que ella siempre había actuado en este tipo de disquisiciones como la parte a mi favor.

Recuerdo que ya sentados en las butacas, muy cerca de la mastodóntica pantalla, estaba preso de un ataque de excitación y me arrodillaba sobre la butaca contemplando a mis espaldas la platea, viendo la impaciencia en las caras de la gente (estaba claro que sabían lo que venían a ver), y comprobando feliz que no había otro niño a la vista. Había conquistado el territorio adulto. Cuando las luces por fin se apagaron y empezó el espectáculo (tras la inevitable tanda de anuncios) con el impresionante número musical de apertura, me embarque en una montaña rusa sin freno de pura emoción, aventura y magia, que sólo se veía frenada de cuando en cuando por las insistencias de mi madre para que no viera tal o cual cosa: que me podían impresionar (especialmente en las secuencias del banquete y en la de la extracción del corazón). Ella, que nunca fue muy dada para este tipo de escenas, sí que se impresionó y lo pasó muy mal con ellas, y también con la de los bichos, pero yo disfrutaba y reía como un enano (que es lo que era). Y es que mi madre no podía comprender que para un niño como era yo, todas esas excursiones al lado oscuro no podían ser más que un motivo de orgullo y de probado valor para mi vida cotidiana, y que servían además para alimentar la parte sádica y violenta que todo niño lleva dentro (bien que saben esto todos los grandes escritores de cuentos infantiles). La película terminó, Indy se había convertido ya en el padre ideal y Tapón en mi sosias: el niño que vivía mil y una aventuras exóticas y legendarias, el que yo mismo deseaba ser. Pero aún más importante, desde esa misma noche se despertó en mí un deseo que aún hoy sigue vivo como una llama desollante: quise saber quién era el responsable de ese gran juguete, quién estaba a los mandos. Y así fue como descubrí lo qué significaba la figura del director, y supe también que tanto E.T. como Indiana Jones provenían del mismo señor barbudo.

Indiana Jones y el Templo Maldito fue para mí la cumbre del espectáculo durante muchísimo tiempo, y aún hoy, pese a ser la película menos querida de la trilogía por los aficionados, es a la que estoy más unido sentimentalmente. Todo estaba ya allí para mí. No sólo el genio narrativo de Spielberg, que aunque se apagaría un poco a partir de ese momento no acabaría de morir nunca, sino también su inmenso sentido de la maravilla (ese sí que tras esta película sólo lo ha vuelto a recuperar realmente con la saga de Indiana), y de la aventura, y del humor... e incluso del horror. Espero que el Spielberg serio y no completamente inspirado de los últimos años, vuelva a dejar un hueco abierto en esta cuarta entrega de Indiana Jones al genio juvenil que fue; ya que, en cierta manera, ésta es la prueba de fuego del barbudo para saber si es capaz todavía de maravillarnos como antaño o si ya sólo queda en él un reflejo imitativo de aquel pequeño gran hombre que en poco más de 10 años logró poner patas arriba a la industria cinematográfica, y recibir por ello merecidamente el apelativo de Rey Midas de Hollywood. La suerte está echada.

8 de mayo de 2008

BOLA EXTRA: El tatarabuelo de Espinete

Gracias a esa maravillosa web que es Anfrix, la cual recomiendo a todos los lectores interesados en descubrir mil y una curiosidades sobre nuestro mundo, y que para mí todas las semanas es de lectura obligada, me he encontrado con el extraordinario film que les muestro a continuación.



Se trata de la película francesa de 1907 Le Cochon danseur (El cerdo bailarín), de menos de tres minutos de duración, pero que esconde en tan escaso tiempo un tesoro incalculable. Puedo decir, sin temor a equivocarme, que es uno de los vídeos más sorprendentes que me he echado a la cara en mucho tiempo. No sólo es divertido, rijoso y libertino hasta decir basta, sino que además nuestro cerdo protagonista goza de un disfraz que es todo un precedente de los Muppets y de los animatronics de cuerpo entero, y recuerda muchísimo también (por sus maneras y formas de actuar) a la gestualidad del mismísimo Espinete. Los últimos segundos del vídeo son sencillamente alucinantes y casi me hicieron pensar en que era un fake muy elaborado, aunque parece que hay datos suficientes para atestiguar su veracidad. Junto con los impresionantes trucos artesanales de Méliès, se puede decir que nos encontramos con un tatarabuelo avanzadísimo de los efectos especiales que durante décadas fueron los engranajes del mundo de los sueños en celuloide, hasta su casi defunción reciente con la llegada de los diabólicos efectos digitales.

Véanlo y disfruten, y no dejen de pasarse por el enlace original de Anfrix y agradecer a Oli su imprescindible papel de gran investigador de la blogosfera. Me ha alegrado el día y el mes entero también.

25 de abril de 2008

BOLA EXTRA: Articuento de Juan José Millás


Dedicado muy especialmente al señor Miñano Valero.

El Articuento de esta semana del maestro Juan José Millás, que ha salido hoy publicado en su habitual columna de la última página de El País de todos los viernes, se lo copio y pego a continuación para deleite de todos ustedes, queridos lectores. Recuerden que lo pueden leer en el diario impreso y también en su edición electrónica aquí.

No lo puedo evitar, se me desbordan mis fluidos criminales ante relatos tan brillantes y perturbadores. Pero esto es sólo un pequeño aperitivo mientras doy los últimos toques a un nuevo crimen del que me siento particularmente satisfecho, y que aparecerá por este Ático este domingo. Mientras tanto, disfruten, disfruten.


No sé, no sé

Un amigo ha practicado en los tabiques de su casa discretos agujeros que le permiten ver lo que sucede en todas las habitaciones cuando no hay nadie dentro. Hasta ahora no ha ocurrido nada, pero él está convencido de que tarde o temprano sucederá algo que cambiará su vida. De pequeños, cuando nos asomábamos a un agujero, veíamos a una mujer en el trance de vestirse o desnudarse. Pero yo creo que estaba dentro de nuestra cabeza, pues siempre era la misma. No es que ahora no tengamos mujeres sin ropa en la bóveda craneal, pero hemos perdido la capacidad de proyectarlas al otro lado de los tabiques. En cualquier caso, la visión que espera mi amigo es de distinta naturaleza. Algo de orden místico, me parece.

El otro día, después de haber comido juntos, estábamos tomando un café en su casa cuando se levantó para acercarse al pequeño orificio que comunica con su dormitorio. Se trataba de una escena tan habitual que no le presté atención hasta que advertí que se entretenía más de lo acostumbrado. Qué pasa, le pregunté. Nada, respondió con el ojo pegado a la pared, ahora voy. Lo cierto es que tardó en regresar a la zona del tresillo. Y cuando se sentó tenía una expresión extraña. Al preguntarle si había visto algo, cambió de conversación. Luego fingió acordarse de un asunto urgente y me invitó a que me marchara sin muchas sutilezas. Al salir, hice intención de mirar por el agujero, lo que no suele molestarle, pero me empujó sin contemplaciones hacia la puerta de la calle. Estuve toda la tarde dándole vueltas al asunto. Luego cogí la taladradora e hice orificios en las paredes de mi casa. Llevo un par de días corriendo de uno a otro sin que suceda nada anormal en las habitaciones vacías. Pero cuando me siento a ver la tele, tengo la impresión de que alguien me observa desde el dormitorio. No sé si he hecho bien.

Juan José Millás

9 de abril de 2008

BOLA EXTRA: Lost Girls de Alan Moore en El País


Una nota rápida antes de la próxima actualización hecha y derecha. No puedo evitar señalar una noticia (o mejor dicho, el eco de una noticia) que me ha llamado muy gratamente la atención esta mañana. Mientras leía El País (el impreso), ha saltado a mi vista esta poderosa viñeta de la que, muy probablemente, sea la obra más polémica de su autor, el genial Alan Moore. Se trata de Lost Girls (2006), realizada con su esposa Melinda Gebbie a los lápices, y que llegará a España este mes coincidiendo con el Salón del Cómic de Barcelona con el nombre de Las Chicas Perdidas.

Ya iba siendo hora. Y aunque aún no haya leído lo que promete ser un festín de obra, aprovecharé su publicación española para paliar esta carencia y echarle el diente. Eso sí, lo haré en su idioma original y buscándola baratita por Internet, que siendo publicada por Norma en España ya me puedo imaginar los precios. [Sí, ya sé que todo este párrafo parece un sinsentido, pero no lo es.]

Les encomiendo a que lean la noticia en el enlace de El País Digital o en el propio diario impreso de hoy. Aparte de la hermandad del tema tratado por Moore en la obra con las obsesiones y filias de este Guardián (me pilla cocinando además el primer ciclo de películas criminales, dedicado en esta primera ocasión a las Alicias cinematográficas), está la importancia de que una obra que, como bien dice el texto, sus autores califican como pornográfica sea claramente destacada en el periódico más leído de España, ocupando casi una página completa.

Aunque haya tenido que llegar un hombre tan respetado en el mundo literario como Alan Moore para que tal cosa haya sucedido, no queda más que congratularnos en un día sin duda para celebrar, y esperar que el género pornográfico encuentre más adalides que lo eleven a una categoría de respetabilidad que casi siempre se le ha escatimado.

Y además qué viñeta más deliciosa. Insisto que ya estoy tardando en hacerme con una copia.

24 de marzo de 2008

BOLA EXTRA: Punk + Nirvana

Bueno, tras unos pesados problemas de salud, mucho trabajo en ese otro mundo (mal llamado real) y después también de que la fuente de alimentación de mi ordenador petara, vuelvo a estar por aquí.

He recargado las pilas, he podido adelantar unos cuantos posts que se me acumulaban (por lo que tendré algo de margen para ir actualizando con mucha más regularidad) y vengo dispuesto a seguir dando guerra.

Y que mejor para reanudar la convivencia en el edificio que un post ligerito con video cachondo incluido. Y es que, sí señores, ¡el Punk no ha muerto! Y Nirvana tampoco.