25 de marzo de 2008

CRÍMENES LITERARIOS: El Enviado


Aunque no vaya a ser la norma hablar de libros por aquí, como ya comenté en la presentación, algunos irían cayendo. En este caso, tengo que agradecer a un gran amigo cuentista de esta casa el que me diera a conocer esta novela (como tantas otras veces ha hecho, pues sus conocimientos y curiosidad en el campo literario superan con mucho a los míos), y al propio autor del libro, J. E. Álamo, por la generosidad que ha mostrado con este blog desde el suyo propio (no dejen de visitarlo y busquen el adelanto de su nueva novela: Lado Extraño). Muy agradecido, de veras.

El enviado, publicado el pasado año por el grupo AJEC en una sencilla edición de bolsillo, es uno de esos libros que por lo modesto de su lanzamiento corre el riesgo de pasar desapercibido para muchos lectores potenciales, lo cual intentará solucionar muy modestamente este Guardián. Aunque tengo que adelantar de antemano que no nos encontramos ante una de esas obras que vayan a cambiar la vida de nadie o a descubrirle nuevos horizontes, sí que puede lograr que muchos lectores se reencuentren con el placer de una buena sucesión de historias de terror, naturalistas y ancladas en lo mundano en líneas generales, que fluyen casi sin esfuerzo por la prosa de su autor y son capaces de saltar de las sombras a nuestras propias narices con una sencillez y contundencia dignas herederas del mejor Stephen King.

Como también le ocurría a King en algunas de sus obras (véase IT (1986)), el terror más anclado en nuestra realidad más cercana puede dar paso, casi sin inmutarse, a lo cósmico, a las grandes fuerzas del bien y del mal que luchan en otras esferas por dominar nuestras vidas, sin que por ello el maridaje de ambas temáticas sea siempre todo lo preciso que se pudiera esperar. En esta novela también sucede algo parecido, aunque hay que establecer unos matices. Dejemos el primer capítulo para ser comentado aparte y aclaremos primero que, aunque el concepto de novela creo que está perfectamente utilizado, formalmente lo que el lector se va a encontrar es una serie de historias unidas por características y personajes comunes, de las que, según nos vamos acercando al final de la obra, su autor va uniendo más claramente los nudos que las relacionan.

Esta unión viene dada no solo por la confluencia física de los personajes en un mismo tiempo y espacio, sino por la presencia en todas las historias del enviado que da título el libro; del que se irán aclarando progresivamente sus cometidos y funciones, gracias a la presencia, más clara en su tramo final, de grandes fuerzas cósmicas que regulan el devenir del ser humano. Aunque en general esta unión de lo mundano con lo divino funciona bastante bien (especialmente en el magnífico capítulo Luis: el comienzo de la partida) y la belleza de su descripción de los actos cósmicos que han de controlar estos entes (con una imaginería que a este lector le ha hecho recordar esa maravillosa aventura gráfica de LucasFilm Games llamada Loom (1990)) ayuden mucho a una integración bastante pacífica, no deja de tener algunos elementos algo más chirriantes.

Por un lado, el supuesto viajero que la novela nos desenmascara al final como uno de los protagonistas que hemos estado siguiendo, no parece encajar muy bien en las actitudes y personalidad que le hemos estado viendo desarrollar en los capítulos anteriores, y por el otro uno no puede evitar pensar que quizás la parte cósmica daba perfectamente para una obra independiente más ampliada, y que su inclusión aquí como un más a más, puede ser una oportunidad desperdiciada. Este sentimiento, más que negativo, de ansiedad, por conocer más de las aventuras y reglas de ese otro universo, entronca perfectamente con el primer relato, el más aislado y el que menos encaja en el conjunto de la obra, pero por otro lado el que a este Guardián más le ha entusiasmado y que más parece relacionarse con toda esta parte cósmica y de fuerzas primigenias. Quizás estemos hablando de dos obras que conviven algo apretadas en la estrechez de este volumen, y que tal vez merecieran cada una su espacio propio para ganar en coherencia y en desarrollo.

Si bien la parte de realismo social con suaves dosis de fantástico, del aquí y ahora más español (digna de mención es la capacidad de su autor para captar la esencia de la personalidad y forma de vida de este país y su perfecta integración con la trama), ve colmadas todas sus posibilidades, es esa otra parte más netamente fantástica, que se deja ver intermitentemente, la que podría tener continuación o un mayor desarrollo en una obra posterior. O tal vez solo esté llamada a darnos pistas del potencial que esconde el debut juvenil (a sus escasos 40 y pico años) de esta nueva pluma del fantástico hispano, al que deberíamos todos seguir muy atentamente, pues sus próximos pasos parecen esconder jugosas sorpresas.

Desde aquí mi más sincera felicitación a su autor y mis mayores ánimos para que esta aventura continúe y se amplíe, para regocijo de todos sus lectores presentes y futuros.

2 comentarios:

J.E. Alamo dijo...

Un comentario preciso y analítico. Gracias por dedicarme tu tiempo y ofrecerme una crítica realemente útil. :-)

Guardian dijo...

Me alegro que la crítica te haya convencido. Ahora, ¡a por los próximos libros!