Capitán Eo
USA
Dirección: Francis Ford Coppola
Guión: Francis Ford Coppola y Rusty Lemorande, basado en un argumento de George Lucas
¿Puede una unión de titanes formada por George Lucas, Michael Jackson, la Disney y ¡Francis Ford Coppola! conseguir una obra que esté a la altura de las expectativas despertadas? Si eliminamos a Coppola de la ecuación y consideramos que el director que se iba a encargar de este cortometraje iba a ser Spielberg (demasiado liado en plenos 80, sobre todo en labores de producción, como para ocuparse de este encargo), tenemos a los más grandes reyes del espectáculo ochentero reunidos nunca en un mismo proyecto. Tengamos en cuenta también que la obra tenía por otro lado un éxito casi asegurado de antemano, puesto que su exhibición se iba a realizar exclusivamente en los parques de la propia Disney (con lo que el riesgo a la hora de recuperar beneficios no era muy alto) y además su protagonista (y el sentido final de toda la operación) era el autoproclamado rey del Pop en su momento más álgido (tras haber roto hacía unos años todos los records con Thriller (1982) y cuando aún faltaba un año más para su esperado y triunfal regreso con Bad (1987)). El simple hecho de que el espectáculo fuera a contar con dos canciones inéditas del artista (las primeras nuevas composiciones que lanzaba desde 1982) era un reclamo seguro para asegurar colas sin fin en los parques de atracciones.
Pero es que además no se reparó en gastos (creo que aún ostenta el record del coste por minuto más alto de la historia). El corto se filmó en 65mm (como las producciones para los IMAX), buscando extraer todo el jugo a un sistema 3D que estaba presto para finiquitar su andadura ochentera y que no resurgiría hasta el nuevo siglo. Y aunque el sistema era famoso por la incomodidad y mareos que provocaba en largos visionados, los escasos 20 minutos de duración de Capitán EO permitían a la audiencia disfrutar plenamente del formato sin mayores consecuencias. Se utilizaron efectos especiales punteros para la época (que siguen aguantando bastante bien el paso del tiempo, siendo de todas formas plenamente eightys) y se exhibió en recintos completamente habilitados para que la experiencia fuera total. En otras palabras: se trataba del espectáculo más cool que uno podía echarse a la cara en los 80.
Recuerdo leer en mi niñez noticias sobre este pequeño corto y lamentarme por no poder llegar a verlo, con la mala suerte de que a mi paso por Disneyland Paris a finales de los 90, el corto ya había sido retirado y sustituido por el también estupendo ¡Cariño, he encogido a la audiencia! (1994); ya que el escándalo sobre los supuestos abusos a menores de Jackson había estallado, y la Disney, como suele hacer, tocó en retirada. Por tanto nunca he podido ver este corto tal y como se concibió y como realmente tiene razón de ser. Se entenderá que me es difícil juzgarlo a una resolución diminuta y sin casi definición, en un VHS que parece telecinado directamente desde una copia de proyección. Sería interesante poder volver a verlo en las condiciones para las que fue creado, pero como esa posibilidad está más que lejos de producirse, intentaré ponerme en situación.
En primer lugar, sorprende descubrir que el corto no ha sido tratado como un espectáculo para un parque de atracciones en sí (que suelen destacar por ser una sucesión de efectos y de grandes momentos sin mucho sentido), sino como un corto cinematográfico. Tenemos un ligero argumento (trillado y sencillo, pero argumento al fin y al cabo), hay progresión dramática y una más que correcta narración cinematográfica. Hasta la interpretación de la canción estrella del corto trata de integrarse lo mejor posible en la narración, sin detenerla demasiado. Es en este aspecto y en los elementos más oscuros del relato (como el diseño y ambientación del planeta de la reina malvada y sobre todo de la propia reina, interpretada por una magníficamente maquillada y sobreactuada Angelica Huston), donde podríamos intuir la mano de Coppola, pero es difícil asegurarlo, pues en esa época tanto la Disney como el propio Lucas tenían la manga mucho más ancha a la hora de mostrar a una audiencia infantil-juvenil elementos y secuencias terroríficas y/o perturbadoras. En realidad Coppola es poco más que un convidado de piedra aquí. Tras haber entregado dos años antes Cotton Club (1984), comenzaba aquí una larga travesía por el desierto, con pequeños paréntesis que lo revivirían momentáneamente, de la que aún está por verse que pueda salir. Con toda seguridad, su único interés en el proyecto era pecuniario y/o de amistad con su otrora discípulo.
Pero no hay que engañarse, Spielberg probablemente habría sacado más jugo de este encargo, aunque no sé si habría mitigado o aumentado la presencia y las vergonzantes chiquilladas infantiles de las peludas marionetas que acompañan a nuestro héroe y el propio carácter de éste (por otro lado, muy acorde con el del mismo Michael Jackson). Es conveniente recordar que el mismo año en que producía Capitán Eo, Lucas también sacaba adelante Dentro del Laberinto (1986), casi el reverso oscuro de este corto y un ejemplo de cómo contar un cuento de fantasía Pop (en este caso, con otro gran icono como Bowie) con mayores dosis de aciertos, talento, complejidad, madurez y poder de fascinación. Pero claro, allí los mandos los llevaba Jim Henson.
Así que no, Capitán Eo no es una pequeña joya sepultada por el tiempo y por su escasa difusión, ni es la gran obra audiovisual de Michael Jackson (esa seguirá siendo el corto Thriller (1983), aunque aquí se recoja mejor el autentico espíritu del personaje, igual que en la, esa sí desarmante, Moonwalker (1988)), pero sí que es un espectáculo más que digno y una impresionante atracción infantil-juvenil ochentera; como un faro que ilumina la gran década de los excesos.
Las Claves del Caso
Pericia Criminal: expongámoslo así: partiendo de los motivos finales por los que se lleva a cabo esta empresa (erigir un mega-espectáculo a la americana, dirigido a un público juvenil, para ser exhibido en un parque de atracciones y a mayor gloria de la mayor súper-estrella pop del pasado siglo), el resultado logrado es bastante digno, entretenido, pegadizo y muy probablemente, visto en su contexto, espectacular.
Bajos instintos: aparte del siempre perturbador Jackson y su camiseta de arcoíris y de una Angelica Huston como una bruja muy terrorífica y carnal, nada de nada.
Pistas Delatoras: más allá del evidente reciclado de conceptos, imágenes y diseños de La guerra de las galaxias (1977) (la fotocopia del ataque a la estrella de la muerte es de un descaro admirable) o de la mismísima Alien (1979) (la llegada de nuestros héroes al planeta de la reina es casi clavada a la de aquella cinta, lo que puede dejar a más de uno con la boca abierta) y de la acumulación de chorradas divertidas no intencionadas, que uno debe esperar en cualquier superproducción de aquella década, sus mayores palos vienen por las insistentes y vergonzosas gracietas de las bolas de pelo secundarias made in Lucas (toda una tradición que va desde el The Star Wars Holiday Special (1978) hasta el Jar Jar Binks de nuestros días); pero es que este hombre no tiene remedio.
7 Pisos y media escalera
1 comentario:
¡¡¡MOLAAAA!!!
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