10 de abril de 2009

WE LIVED AMONG THE PEOPLE: Piloto - Un cadáver en Black Lake / Asesinato en Twin Peaks

Dirección: David Lynch / Guión: Mark Frost y David Lynch

Lady Leño (Introduciendo el episodio): It is a story of many, but begins with one - and I knew her. The one leading to the many is Laura Palmer. Laura is the one.



El episodio piloto de Twin Peaks, el que dio origen a todo, es una de las más grandes obras maestras de la filmografía de David Lynch, y es sobre todo un impresionante tratado sobre la pena, el dolor y la tristeza, sin que eso evite esporádicas apariciones del humor surrealista que pasará a ser característico de la serie o el entramado de relaciones sentimentales que unen a casi todos los personajes.



Los habitantes de este pequeño paraje al norte de Washington se ven trastocados con la súbita aparición del cadáver de Laura Palmer, una de las bellezas del instituto y supuesto modelo de conducta, que hace salir a la luz la podredumbre y corrupción que corroen a muchos de los pilares y miembros de esta comunidad. Pero lo que parecería ser un asesinato aislado se va descubriendo poco a poco como algo mucho más profundo y malsano, que llevará a tener como vecino temporal en el pueblo al agente especial del FBI Dale Cooper.



Con una duración de hora y media (que son unas 2 horas con anuncios, el doble que un episodio normal), este episodio piloto funciona casi igual de bien como introducción a la serie que como película aislada. De hecho, por razones contractuales se filmó un final cerrado para el episodio con la intención de lanzarlo como una película aislada en Europa. En España apareció en vídeo antes de la emisión de la serie por Tele 5 con el título de Asesinato en Twin Peaks (1990). Si bien es un final apresurado, con poco sentido y que sobre todo deja los muchos hilos argumentales que ha ido exponiendo el episodio en el aire, también es cierto que en él tienen su primera aparición todos los elementos sobrenaturales que harían única a la serie, y que éstos además son tan poderosos que el propio Lynch los recicló en su mayoría para episodios posteriores. Como la parte central de este final alternativo será mostrada en la serie en sus episodios segundo y tercero, hablaremos más de él en los comentarios de esos capítulos, aunque puedo adelantar que la secuencia más extraordinaria e inolvidable del universo Lynchiano, la que presenta la habitación roja y al hombre de otro lugar, es fruto de ese final alternativo.



Aunque su secuencia de apertura, aquella en la que Jocelyn Packard canturrea una canción frente a un espejo y parece presentir que algo anda mal, está muy vinculada aún al universo de Lynch anterior a esta serie (especialmente a Terciopelo Azul (1986)), pronto el capítulo introduce pequeñas dosis del humor extraño que la haría tan popular y una humanidad que mira de frente al dolor de sus personajes, que nos devuelve al Lynch más puro y sentimentalmente sincero de El hombre Elefante (1980), prefigurando a la vez logros posteriores de su autor como Una historia verdadera (1999). En muchos aspectos, se puede decir que Twin Peaks marca un punto y aparte en la carrera de Lynch, aunando sus logros anteriores y proyectándolos hacia un futuro arrebatador dónde aún esperaban Carretera Perdida (1997), Mulholland Drive (2001) o la misma Twin Peaks: fuego, camina conmigo (1992).



La colaboración en la creación de la serie y en la escritura de Mark Frost, aporta un dibujo de personajes y de tramas solido y muy atractivo; una dosis de seguridad que el autor de muchos de los guiones de Canción triste de Hill Street (1981/87) sabía perfectamente como proporcionar. Ya en este episodio piloto se presentan casi todos los personajes principales de la serie (que no son pocos) y enganchan al espectador desde el primer minuto con sus personalidades, sus dilemas, sus miserias y sus romances. A esto ayuda un casting de ensueño, mezcla de rostros familiares del universo pretérito de su autor con una buena dosis de caras nuevas, y con la presencia de una sustancial dosis de pasadas glorias en papeles que ayudarían mucho a devolverlos a la actualidad en su momento, como es el caso de la pareja protagonista de West Side Story (1961) formada por Richard Beymer y Russ Tamblyn, a los que se les asigna los roles de Benjamin Horne y el Dr. Lawrence Jacovy, dos papeles extraordinarios.



Pese a que el episodio se centre en buena parte en todas las vertientes del dolor y en la desestabilización del mundo que los habitantes de este pueblo creían hasta entonces garantizado, la conmoción del asesinato de Laura Palmer y la identidad de su misterioso asesino se ven muy bien acompañados desde el primer momento por un buen número de subtramas y de historias de cama que salpican a todo el pueblo. Lynch no trata en ningún momento de ocultar su deseo final de crear su propio culebrón, con presencia de lo paranormal y jugando siempre con las convenciones del género, pero culebrón al fin y al cabo. Por si quedara alguna duda, a la vuelta de la esquina espera la aparición del culebrón dentro del culebrón Invitación al amor, que es seguido (e imitado) por todo el pueblo.



La belleza visual de la serie y su ritmo tranquilo pero desasosegante, también está muy presente ya desde este mismo piloto, y se puede comprobar no sólo en su hermosa fotografía invernal de paisajes de montaña lluviosos, arboles al viento, semáforos perdidos en la oscuridad y cascadas que se precipitan al vacío, sino también en su cuidada dirección artística, en la que todas las casas están cargadas de la personalidad de sus habitantes y los espacios y objetos que descubrimos acaban resultando tan inolvidables (el puente donde aparece Ronnette Pulaski, el tren abandonado dónde se perpetró el crimen, la serrería, el hotel) como el resto de la serie.



No se nos puede olvidar señalar la importancia del trabajo de Angelo Badalamenti como compositor de la serie durante toda su andadura. Suyos son los temas inolvidables que terminan de dibujar las imágenes de la serie, muchos de los cuales hacen aquí ya su primera aparición, y que resultaron de un atrevimiento formal extraordinario en su momento, llevando desde este mismo piloto la serie a categorías hasta entonces destinadas a las obras cinematográficas más ambiciosas y que resultaban impensables en un trabajo para la pequeña pantalla.



Lo que esta presentación al universo de Twin Peaks nos deja claro es que sus autores son libres y están dispuestos a romper con todas las convenciones y convulsionar de paso el formato televisivo como pocas veces había ocurrido en su historia. La televisión moderna daba aquí un salto de gigante empujada por el éxito inmediato (y quizás inesperado) que disfrutó la serie y por la audacia y falta de temor de sus máximos responsables. Es cierto que Lynch abandonaría las riendas del invento durante un largo periodo, obligado por sus compromisos con su película Corazón salvaje (1990), y que la CBS, pese al éxito que se encontró casi sin buscar, nunca trató nada bien a la serie (siendo en buena parte responsable de su prematura cancelación cuando iniciaba una nueva época dorada,) pero el resto de talentos que se juntaron en torno a esta aventura lograron que toda su corta travesía de 30 capítulos quedara grabada a fuego en las retinas de los espectadores y en los anales del medio.



Se trata pues de un piloto al que se puede volver una y otra vez para dejarnos fascinar por la manera en que filma Lynch los sentimientos más humanos (el dolor de la madre de Laura al conocer su fallecimiento o la reacción de sus compañeros de instituto, la escena de amor pasional entre James Hurley y Donna Hayward, el conmovedor levantamiento del cadáver), las situaciones más inesperadas (la reunión de moteros en un bar de carretera para oír cantar a Julee Cruise, la cabeza de ciervo en una mesa de la comisaría, la obsesión de Nadine por el engrasado de los rieles de las cortinas) o el choque del universo del hombre de ciudad (el espectador en buena medida) frente a los misterios milenarios del campo (personificado en la fascinación del agente Cooper por el costumbrismo del lugar, con sus continuas observaciones sobre los árboles, la comida, los animales…). Hay mucha tierra que escarbar y esto sólo acaba de empezar, el viaje se presenta, se lo garantizo, apasionante.





Souvenirs de Twin Peaks


Cafeína y tarta de cerezas - Demasiadas imágenes con las que quedarse de este episodio: Laura Palmer envuelta en plástico; el teléfono caído desde el que llora desconsoladamente Sarah Palmer; la alumna que cruza corriendo y llorando el patio del instituto; Ronnette Pulaski caminando ensangrentada y con la mirada ausente por el puente o la aparición de un pequeño trozo de papel en el que está escrito la letra T bajo la uña del dedo anular de la propia Pulaski.




La habitación roja - En este piloto los elementos sobrenaturales tienen una presencia casi subliminal o todavía desconocida para el espectador. Es el caso del brevísimo plano de Mike, el hombre manco, saliendo del ascensor o de la casi indetectable primera aparición de BOB al final del episodio, reflejado en uno de los espejos de la casa de los Palmer.




9 Pisos y media escalera

4 comentarios:

MarioBava dijo...

Fantastica reseña para esta estupenda serie de mi director preferido el grande por siempre "DAVID LYNCH"....

Daniel Miñano Valero dijo...

Impresionante capítulo, sí.
Lo que me confirma una preferencia que ya sospechaba en mi: creo que mis obras favoritas surgen cuando los creadores desbocados, vanguardistas, extravagantes y excesivos se contienen para crear con sencillez y clasicismo aparentes.
Creo recordar que según avanza la serie,esa contención se hace más laxa... pero bueno, paso a paso.

La cuestión es que está introducción es increible. Añado, a lo que comentas, Guardian, el personaje de la mujer tuerta, y del psiquiatra, que me encantaron. Y destacaría, también, los enlaces entre escenas, muy a lo Alan Moore...

En contra, decir que creo que se debería mostrar un poco más el alcance fantástico de la historia (menos subliminalmente...), ya que puede suponer un pequeño engaño para el espectador como carta de presentación, no?

Guardian dijo...

Me alegro que le haya gustado MarioBava y espero poder tenerle por aquí siguiendo este ciclo.

Señor Miñano, la contención de Lynch no creo que se haga más laxa según avanza la serie, o mejor dicho, desde el capítulo 2 (el siguiente que dirige) hasta el último (que también dirige) la serie mantiene un tono bastante uniforme, pese a que en la segunda temporada la menor implicación de Lynch hace que se pierdan un poco de vista los objetivos. Digamos que este piloto es más contenido, porque la serie aún no está plenamente desarrollada en todas sus constantes.

Eso me lleva a la segunda parte de su argumento, la casi nula presentación del elemento fantástico en este piloto. Creo que en buena medida eso es debido a que ni Lynch ni Frost tenían muy claro en un principio a dónde llevar la serie y a que su método de trabajo era muy cercano al de los surrealistas: ir metiendo todas las ideas, personajes y tramas que se les ocurrieran y les gustaran y más tarde preocuparse de desarrollarlos, sin saber así de antemano a dónde les llevarían. Un método bastante intuitivo que no siempre da buenos resultados.

En Twin Peaks las cartas temáticas se ponen sobre la mesa muy pronto, y de hecho ya en este piloto Lynch rueda los elementos fantásticos más potentes de la serie para su "final europeo", pero decide no introducirlos en la serie oficial hasta el episodio 2. Esto puede verse a posteriori como un engaño para el espectador, que tiene una idea hecha de Twin Peaks como serie fantástico-terrorífica por excelencia. Aunque en realidad creo que la correcta descripción de los ingredientes de la serie sería: comedia absurda, drama desatado, culebrón romántico-policial y sí, también fantasía terrorífica.

Creo que es un problema de su método de trabajo y de la búsqueda de ruptura con las expectativas que se pudieran hacer a priori (o tras ver el episodio piloto) los espectadores con la serie.

Anónimo dijo...

Pues a mi una de las cosas que más me ha molado es la relación que empieza (y si no me equivoco, se va a ir enriqueciendo)entre el sheriff y el agente Cooper. Hacen una pareja divertidísima.

Firmado: la señora del ático.